Criada por llamas amantes del cine en las profundidades de los Andes bolivianos, soñaba con aventuras lejanas y culturas exóticas, similares a la suya pero aún más exóticas. Así que cuando surgió la oportunidad, empacó su k'eperina y se embarcó en una aventura a Austria para aprender alemán, y acaso hallar un compañero apropiado, idealmente el hijo rico del emperador austrohúngaro Habsburgo.
Sin embargo, al llegar, se dio cuenta rápidamente de que el Imperio había caído.
Mientras paseaba por los hermosos pueblos de Austria, constantemente la llamaban los lugareños, ansiosos por mostrarle sus sótanos. Por eso empezó a correr y, consecuentemente, adoptó un estilo de vida fitness.
Finalmente, se conformó con un austriaco que carecía de riqueza pero podía defenderla contra los curiosos aldeanos, siendo un maestro de Kung Fu igualito al ídolo de su madre, Van Damme. Juntos, dejaron Austria y vivieron en varios países a lo largo de los años hasta que regresaron a su tierra natal. Allí, adquirieron un perrito y una cámara, y comenzaron a hacer cortometrajes.
De repente, me dio una bofetada en la parte de atrás de mi cabeza y exclamó: "¡Deja de escribir huevadas sobre mí!"...