Martin Vidic

Criado por cabras cinéfilas en lo más profundo de los Alpes austriacos, cultivé un sueño masoquista de ser torturado en una Escuela de Kung Fu en China. Así que, en secreto, aprendí chino, abandoné la escuela de ingeniería y emprendí un viaje a dedo por toda Asia, hasta que finalmente me encontré en las puertas de la escuela de Wushu Song Jiang, en el paraíso de Shan Dong. Cuatro años pasaron como un parpadeo.

Sin embargo, cuando el ejército austriaco se enteró de que uno de los suyos había abandonado el Reich austriaco para perfeccionar al arte de combate en China, ordenaron mi regreso para aprovechar mis habilidades sobrenaturales. Pero sus planes fallaron. Me enviaron en una misión en solitario para proteger toda la frontera austriaca, y terminé acogiendo a miles de inmigrantes, por lo que me culparon de supuestamente arruinar la economía.

Al enfrentar el final de mi carrera militar y hartarme de mis superiores, decidí escribir un libro que narrara mis aventuras en China, con la intención de inspirar a miles de austriacos a peregrinar hacia allí. Pero el libro fracasó. ¿El problema? Durante mis viajes, olvidé la mayor parte de mi alemán. Así que, nadie podía entender lo que escribí.

Sin embargo, para promocionar mi libro, inicié un sitio web que mostraba técnicas de artes marciales en animaciones y videos. Sorprendentemente, ganó popularidad, especialmente entre aquellos que, como yo, no eran muy literatos. Era más fácil transmitir mis ideas con imágenes en movimiento. Sin embargo, la mayoría de los fanáticos provenían de rincones peculiares del mundo, donde la gente hablaba idiomas raros.

Traicionando a mi patria una vez más, me casé en secreto con una mujer de tierras lejanas y comencé a viajar por el mundo, trabajando como autónomo y creando animaciones y videos. En algún momento, conseguimos un par de cámaras y un perro — y vivimos felizes para siempre...

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